Agosto de 1985 se recuerda como el mes negro de la aviación comercial. Fue durante esas cuatro semanas cuando murió el mayor número de pasajeros y tripulantes de aviones comerciales de la historia.
En concreto, 720 personas fallecieron en cuatro accidentes distintos.
Sin embargo, cada uno de estos accidentes, a su modo, generó un legado, bien en la memoria de los que perdieron a sus seres queridos, bien en la manera en que se mejoró la tecnología y los protocolos para evitar desastres similares.
El accidente más trágico fue el del vuelo 123 de Japan Air Lines, uno de los peores siniestros aéreos de la historia, en el que 520 personas de las 524 a bordo del avión murieron.
Otro, el del vuelo 191 de Delta, que se encontró con fuertes vientos cuando se aproximaba al aeropuerto internacional de Dallas-Fort Worth, dejó 137 víctimas mortales.
Un incendio a bordo del vuelo 28M de British Airtours que viajaba hasta Manchester ocasionó 55 muertos.
Por último, todos los que viajaban en una pequeña aeronave de Bar Harbor Airlines perdieron la vida en un accidente en el aeropuerto de Maine, EEUU.
MÁS SEGURIDAD
El accidente en Manchester (Inglaterra), el 22 de agosto de 1985, terminó cambiando la historia de la seguridad en el aire.
Cuando el vuelo chárter con destino a Corfú (Grecia) se preparaba para despegar, un agujero en un tanque de combustible provocó una bola de fuego.
Los pilotos, al escuchar el ruido, abortaron el despegue, pero no se dieron cuenta de que ya se había producido una llamarada. Maniobraron el avión de tal forma que el viento llevó el fuego hacia la cabina y la mayoría de las víctimas murió por inhalación de humo.
Los investigadores concluyeron que la evacuación se había retrasado porque el espacio entre los asientos para llegar a las salidas era demasiado estrecho. Y la compuerta demasiado difícil de abrir.
A raíz de este siniestro hubo una serie de cambios en el diseño de aviones comerciales.
Se amplió el espacio en la fila de asientos junto a la salida y se instalaron cubiertas de asientos a prueba de incendios, techos ignífugos y nuevas reglas de evacuación.
Además, se cambió el protocolo de maniobra para los pilotos en caso de emergencia en las pistas. Un grupo de familiares de víctimas también intentó que se introdujeran capuchas antihumo para los pasajeros, pero no se incorporaron.
MÁS ENTRENAMIENTO
También se produjeron algunas reformas tras el choque del vuelo 191 de Delta en Texas el 2 de agosto, después de encontrarse con una microrráfaga de aire.
La nave acabó chocando contra una autopista, matando a un conductor y empotrándose contra dos tanques de agua antes de arder en llamas. De los 163 a bordo, 27 sobrevivieron.
La investigación del siniestro demostró que, aunque el piloto era experimentado, no había recibido el suficiente entrenamiento para lidiar con microrráfagas, que además el radar del avión no era capaz de detectar.
Pronto la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos requeriría que todos los aviones comerciales tuvieran instalados este tipo de sistemas de alerta.
OTRAS MEJORAS
El último accidente del mes de agosto de 1985 se produjo cuando el avión de Bar Harbor Airlines se salió de la pista y chocó. Los seis pasajeros y los dos miembros de la tripulación murieron.
Según las investigaciones, la causa del choque fue un fallo en el radar de tierra, sumado a la inexperiencia de los pilotos.
Fue un dramático final para un mes trágico.
Pero según los analistas, en aquella época los accidentes no atrajeron tanta atención como podrían haberlo hecho ahora.
En los 80, la aviación no era tan sofisticada como ahora. Los sistemas de seguridad se han transformado radicalmente.
Desde los 90, el número de muertos en accidentes aéreos se ha reducido -con la salvedad del pico de 2014, con los desastres de los dos aviones de Malaysia Airlines, la desaparición del MH370 y la caída del vuelo MH17-.
Esta mejora en las cifras de víctimas dejadas por los siniestros se puede atribuir, en parte, a cambios introducidos tras los desastres de agosto de 1985.
NUEVOS SISTEMAS
Los aviones de hoy son máquinas más seguras y están diseñados para seguir funcionando incluso si las cosas salen mal.
Un avión como el Boeing 747 cuenta con cuatro motores, pero es capaz de aterrizar con uno solo en el caso improbable de que los otros tres fallen.
Ese es apenas uno de los ejemplos de la ingeniería aeronáutica inteligente presente en los aviones, según especialistas a los que consultó BBCMundo.
Cuando un avión está en el aire hay numerosos sistemas que cuidan a la aeronave y a los pasajeros.
RADAR METEOROLÓGICO
La mayoría de los aviones modernos está equipado con radares meteorológicos, que usualmente están localizados en la punta de la nave. Pueden rastrear tormentas así estén a 55 mil pies de altura (17 mil metros).
Una tormenta con fuertes vientos puede provocar daños severos al avión, así que los pilotos se valen de los radares para cambiar de ruta y evitarlos.
CONTROL DE TRÁFICO
Es una de las claves de la seguridad aérea.
En los años 20 se hacía con banderas hasta que en los 50, con la introducción del radar para establecer la posición de las aeronaves en el espacio aéreo local, su altura y la distancia entre ellos, se empezó a tecnificar.
Uno de los grandes avances fue resultado de un desastre ocurrido en India en 1996, cuando un avión que despegaba chocó con otro que aterrizaba con consecuencias fatales. Desde entonces, el Control de Tráfico Aéreo dicta que las llegadas y salidas se hagan por rutas diferentes, conocidas como ´corredores aéreos´.
La seguridad también ha mejorado con la comunicación satelital que permite que los controladores y los pilotos hablen cuando lo necesiten.
Intercambio de información
Luego de que el vuelo MH17 de Malaysia Airlines fue derribado de los cielos de Ucrania en 2014, se hizo evidente que no había suficiente intercambio de información entre los Estados.
Algunos habían estado cambiando la ruta de los vuelos para evitar zonas de guerra, mientras que otros no.
Eso llevó a la creación del repositorio de zonas en conflicto de la Organización de Aviación Civil Internacional, un sitio web con detalles de las zonas de riesgo al que todas las aerolíneas y pilotos pueden acceder para planificar sus rutas.
Asimismo, el sistema de alerta de tráfico aéreo para la prevención de colisiones (TACS, por sus siglas en inglés) está diseñado para precisamente eso: evitar que los aviones se choquen en medio del vuelo.
Este sistema va a bordo de casi todas las aeronaves comerciales y constantemente revisa el espacio que le rodea.
Puede detectar otro avión en el área y si está muy cerca, envía un mensaje a los pilotos para que ganen altura o la pierdan.
Por eso, ha sido una tremenda adición a la tecnología para la seguridad aérea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario