Sol de Pando
Dos meses antes de la tragedia, el 20 de septiembre, el piloto y socio forzado de la compañía venezolana Lamia, Miguel Quiroga Murakami, estaba en vísperas de romper relaciones empresariales con el dueño del siniestro avión, Ricardo Albacete Vidal, lo cual habría terminado por llevar al venezolano a la bancarrota definitiva.
El 20 de septiembre el capitán Miguel Quiroga se comunicó con otro piloto y empresario en Montevideo, buscando formar una nueva sociedad ya que el socio principal de Lamia, Ricardo Albacete, venía extorsionando al grupo boliviano de su compañía incumpliendo compromisos económicos acordados, y obligando a intensificar vuelos al margen de las normas para incrementar sus ganancias como dueño de la nave después siniestrada.
Según un audio que Quiroga dirigió conversando por WhatsApp con su futuro nuevo socio, dueño de una reconocida aerolínea uruguaya, el piloto boliviano intenta acelerar la conformación de la nueva sociedad (posiblemente con otra razón social, ya que el nombre Lamia es propiedad intelectual de Albacete) y revela que en ese momento, 20 de septiembre, prácticamente ya había roto todo trato con el mafioso venezolano, a quien le llama con todo su desprecio “el viejo”.
La transcripción de ese audio que dura un minuto con 55 segundos es la siguiente:
“Perfecto mi hermano, a ver, de una vez hay que hacer eso porque… ¡pjuta! hay que trabajar; mirá nosotros estamos a punto de romper con el viejo ya. O sea eso quiere decir que necesitamos aviones. Ya hemos entrado en una discusión jodida y, bueno, la opción ahorita es… pues ustedes, ¿no?, porque cualquier rato nosotros le mandamos a la mierda con sus aviones más; pero ya hemos roto relaciones casi…”.
El audio fue entregado a Sol de Pando en Brasilia por un familiar muy cercano, un joven profesional, revelando que Micky “ya estaba cansado de las presiones que Albacete estaba ejerciendo sobre el grupo boliviano para incrementar al máximo los ingresos de la compañía, que seguía bajo control directo de ese venezolano, además que él se quedaba com un alto porcentaje de las ganancias atenido a que era el dueño del avión”.
Con su nuevo socio, gracias a los contactos del uruguayo quien pondría aviones más grandes y modernos que de los de Albacete, Miguel Quiroga planeaba a mediano plazo contraer un Leassing Financiero para agregar, a la nueva flota inicial, modernos jets que había cotizado en los Emiratos Árabes.
Entretanto veia la manera de librarse de Albacete, quien se quedaba con el 92 por ciento de la torta. Para colmo, los pilotos bolivianos dependían del venezolano en el pago de importantes gastos operativos como la compra de combustible para el reabastecimento, además del mantenimiento de la nave.
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