"Nunca imaginé que volando tendría un accidente y a los meses otro, de ambos salí ilesa”, dice la asistente de vuelo Eglin Núñez, quien sufrió un accidente aéreo en febrero y otro en julio de 2008, ambos en Beni, Bolivia. Durante los incidentes aéreos, su forma de actuar evitó la pérdida de vidas y un saldo aún más trágico. También, en 2010, vivió un percance durante un aterrizaje en República Checa.
Eglin cuenta que un día antes del primer accidente aéreo fue la festividad de la Virgen de la Candelaria, que se celebró con una misa en la Fuerza Aérea Boliviana (FAB). Concluida la actividad, le informaron que formaría parte de la tripulación de Lloyd Aéreo Boliviano (LAB). "Me volví loca de la emoción porque iba a ser una azafata del Lloyd, se me cumplió un sueño que tenía desde niña”, resalta sonriente.
El día deseado llegó, fue el 1 de febrero de 2008. En ese año, el Transporte Aéreo Miliar (TAM) contrató vuelos chárter del LAB. La nave era un Boeing 727-200 que iba con 157 pasajeros, la mayoría de la tripulación era del LAB, menos Eglin, cuya función fue brindar buena atención a los pasajeros, y la sargento María Eugenia Quispe, con la tarea de controlar la carga, ambas pertenecían al TAM. El vuelo partió a las 7:00 de La Paz con destino a Cobija.
La asistente de vuelo recuerda que al llegar al aeropuerto de Cobija no había visibilidad, lo que dificultó que el piloto pueda aterrizar el avión con normalidad, lo intentó dos veces pero sin éxito. En ese momento el comandante decidió desviar el vuelo al aeropuerto de Trinidad, el más cercano de la ruta. "Nos llamaron a la cabina a Quispe y a mí, nos preguntaron si estábamos preparadas para una emergencia y yo les dije que sí, entonces nos mandaron a revisar cinturones de seguridad. Cinco minutos después, el avión cayó a cinco kilómetros de la pista”, cuenta.
"Antes de caer, el jefe de cabina gritó posición de impacto, abrazando las piernas, en ese momento sentí cómo golpeamos con fuerza, una rama entró cerca y el catering se cayó encima de mí. Luego grité si había gente viva, y más bien todos estaban vivos (…). En esos segundos vi toda mi vida. Fue aterrador para todos, pero para mí no, había estudiado para esto, que incluye este tipo de emergencias”, relata emocionada.
Eglin asegura que al momento de evacuar la aeronave un grupo de militares no querían saltar a un pantano porque argumentaban que habían cocodrilos y caimanes. "Luego de insistir, saltaron”, resalta con una sonrisa. A los pocos minutos llegaron personas para auxiliarlos y, luego de una hora, arribaron al lugar aviones de la FAB. "Al correr al avión que nos regresaba a La Paz me caí, en ese momento me lastimé”, recuerda entre risas.
Durante el accidente la gente entró en pánico, pero en todo momento se les dio confianza y tranquilidad; además de guiarlos sobre cómo había que actuar en ese momento. Estas acciones evitaron un saldo más trágico, recuerda de ese momento que marcó su vida. "También hubo mucho apoyo de la FAB, nos brindaron toda la ayuda necesaria en ese momento”, expresa.
Como resultado del accidente se registraron dos personas de la tripulación y un pasajero con golpes leves, además fallecieron tres perros que viajaban en el compartimiento de carga.
El segundo accidente
"Días previos al segundo accidente habían caído un helicóptero y un avión. En la aviación se tiene la creencia de que siempre ocurren tres accidentes seguidos. Cuando sólo ocurre uno, se dice que la bruja anda suelta hasta que se cumplen los tres. En ese momento faltaba uno, y fue el mío”, explica Eglin con admiración.
El segundo accidente sucedió el 23 de julio de 2008. Fue en un avión Fokker F27 del TAM con 31 pasajeros a bordo; días antes, a la aeronave le cambiaron un motor. El trayecto fue de Guayaramerín a Trinidad. "Nos dijeron que en Trinidad no había combustible, entonces cargaron tanque lleno en Guayará”, recuerda.
"A los primeros minutos de vuelo me acerqué a la cabina y durante ese momento sentí una fuerte explosión, los pasajeros comenzaron a gritar. Entonces corrí para ver qué había pasado y vi dos boquetes en el avión ocasionados porque se salió la hélice derecha, afectando a una pasajera que le cortó parte de su pierna y le sacó cuatro dedos de la mano. De inmediato le hice un torniquete con mi pañoleta”, recuerda del momento del accidente.
Durante ese momento, cuenta que pidió a los pasajeros que busquen por las ventanillas un camino para aterrizar, mientras un "fuerte” olor a combustible se sentía, seguido de gritos de los pasajeros desesperados. Minutos después, el piloto recordó que tenía una finca por el lugar, fue ahí donde aterrizó el avión, entretanto, los pasajeros rezaban durante la aproximación a tierra.
"Tocamos tierra y dije: ¡nos salvamos! Pero luego de segundos un árbol impactó contra el ala del avión, provocando que nos saqué de la carretera, ocasionando sólo golpes entre los pasajeros. El avión paró y comenzamos a evacuar. En lo que hacía la revisión, encontré un bebé en el piso y resulta que era de una señora de pollera que ya estaba afuera. Entonces le dije: has salvado tu encomienda y has dejado a tu bebé, y ella respondió: es fácil hacer wawas, tenía que salvar esto (100.000 dólares)”, relata.
Según cuenta la azafata, el rescate se prolongó varias horas, durante la espera los pasajeros prepararon comida con las encomiendas que se encontraban en el avión y atendían a la señora herida. Horas después llegaron avionetas de la FAB, a la persona malherida la evacuaron a Santa Cruz y a los demás a La Paz.
El percance en República Checa
En 2010, una línea aérea española la invitó a formar parte de su equipo de asistentes de vuelo. Es así que durante un aterrizaje en Praga, República Checa, sufrió un percance. Cuenta que el tren delantero del avión, al momento de aterrizar, ingresó de nuevo, provocando que la aeronave golpee con fuerza contra la pista.
"Ese día entré en pánico y dije: ¡fue mi último vuelo! Ahora me pongo muy nerviosa cuando subo a un avión, mis amigos pilotos intentan hacerme perder el miedo, pero aún me cuesta. Ahora me dedico a estudiar Derecho”, concluye el relato la asistente de vuelo.
Luego de los accidentes fue condecorada en dos oportunidades por autoridades nacionales y recibió decenas de cartas con mensajes de agradecimiento de parte de los pasajeros que volaron con ella durante los incidentes. Al poco tiempo recibió el cargo de presidenta de la Asociación de Esposas de la Fuerza Aérea Boliviana.
HOJA
DE VIDA
Fecha de nacimiento Nació el 11 de marzo de 1984 en la ciudad de Sucre, Bolivia.
Formación Estudió un año en la Escuela de Aviación de Buenos Aires, Argentina. También pasó un curso de cosmetología. Actualmente estudia la carrera de Derecho en la Universidad San Francisco de Asís de la ciudad de La Paz.
Experiencia Fue asistente de vuelo del TAM durante dos años. Formó parte del equipo de asistentes de vuelo de una línea aérea española. También fue vicepresidenta de la Asociación de Esposas de la Fuerza Aérea Boliviana.
Concursos En 2002 fue elegida señorita Chuquisaca. Además participó de otros reinados de belleza en Bolivia.
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