Con los 31 muertos en el accidente de hoy en Siberia suman 122 las víctimas fatales desde septiembre de 2010. Rusia a vivido en los últimos años una serie fatídica de eventos en materia de seguridad aérea.
El último accidente grave ocurrió el septiembre, cuando un Yak-42 se estrelló poco después de despegar de Iaroslavl, a unos 300 km al noroeste de Moscú, dejando un saldo de 44 muertos.
Ese avión transportaba los miembros del estelar equipo local de hockey sobre hielo, que incluía algunos extranjeros de fama mundial.
En junio de 2011, fue un Tupolev el que se estrelló en la región de Carelia (noroeste de Rusia) cuando trataba de aterrizar en difíciles condiciones meteorológicas. El accidente causó la muerte a 47 personas.
En septiembre de 2010, otro avión Tupolev con 81 personas a bordo sufrió fallas generalizadas en pleno vuelo, pero la tripulación consiguió realizar un aterrizaje prácticamente imposible en una pista abandonada en la taiga del norte ruso.
Ante la multiplicación de los accidentes, las autoridades rusas ordenaron la retirada de equipos antiguos, fabricados en la época de la Unión Soviética, y una completa verificación de las numerosas compañías aéreas del país, para limitar su número.
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