Si antes de que se estrelle el avión de Aerocon el pasado 6 de septiembre los pasajeros querían ubicarse en los asientos de adelante, ahora se pelean por llegar hasta la cola de la nave.
Los dos asientos número nueve son los más cotizados de los aviones de dicha compañía y la historia se repite también en las naves pequeñas monomotor que en Beni ofrecen el servicio de aerotaxis.
Curiosamente, Minor Vidal, el único sobreviviente de entre nueve personas que viajaban en el vuelo 238 y que se estrelló a 15 km de Trinidad, iba en la fila nueve de la aeronave que quedó destrozada casi en su totalidad.
Entre el miércoles y el jueves, en los vuelos a Trinidad, a Guayaramerín y a Riberalta, los pasajeros que se sentaban en esos lugares del avión decían que se habían enterado que Vidal salvó su vida gracias a haber estado en la cola durante el accidente ocurrido aproximadamente a las 18:50 del pasado 6 de septiembre.
Eso sí, había quienes tomaban una tableta para dormir y otros que cuando la nave entraba a una zona de turbulencia se les ablandaba el estómago. Pero si de avión movedizo se trata, el Cesna con capacidad para cuatro pasajeros es el que ‘baila’ al ritmo de los vientos.
El piloto organiza su plan de vuelo y se guía en todo el trayecto por su GPS. Este sistema de orientación es como su bastón en medio de la nada, como su brújula por el camino de nubes.
El olor a combustible y el ruido duro de la hélice son amortiguados por la mirada serena y la pericia del piloto, que sin la ayuda de instrumentos precisos promete tocar tierra, aunque así tenga que buscar un punto de referencia en cosas de la naturaleza.
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