"Afirmativo, se recibe". Esta fue la última comunicación de la teniente Carolina Fernández desde el avión Casa 212 siniestrado el viernes en Juan Fernández, antes de que la aeronave desapareciera y se estrellara en el mar, dejando a sus 21 pasajeros muertos y conmocionando al país.
Las palabras de la oficial, que pilotaba la aeronave, responden a la información entregada por el observador meteorológico de la Dirección de Aeronáutica Civil (DGAC), Carlos Parra, que trabaja hace más de 10 años en Juan Fernández, entregando los reportes de las condiciones de aterrizaje a los aviones que llegan al lugar. A las 16.48 horas está registrado el primer contacto radial entre el avión y la estación de aeronáutica, donde se encontraba Parra.
Según quienes han tenido acceso a la versión del funcionario, tal como lo hace con todos los vuelos que llegan a Juan Fernández y como lo hizo, momentos antes, con otros dos aviones, informó acerca de las condiciones meteorológicas.
De acuerdo con ese testimonio, que ya sería parte de las tres investigaciones que realiza la Fach, le informa a la piloto que existía un "viento cruzado", lo que alerta de una ráfaga de viento que cruza la pista y puede desestabilizar el avión. Ella le contestó "Afirmativo, se recibe". Tras esto se perdió el contacto con el avión.
De acuerdo con el reporte meteorológico el viento era de 30 nudos. Según el piloto Pedro Forteza, de la línea ATA, que viaja a la isla hace más de nueve años, en los manuales de los aviones se dice que es perfectamente posible aterrizar con un viento cruzado de hasta 25 nudos. "Esto es lo demostrado, que hemos probado y funciona. Pero no hay limitaciones. Aunque de ahí para arriba no sabemos". Forteza dice que como empresa tiene una limitante de 30 nudos, aunque "es imposible que sólo el viento cruzado bote el avión. Desde la isla te dicen las condiciones imperantes, pero es el piloto quien decide qué hacer".
Segundo intento
Tras intentar el primer aterrizaje sobre la pista, la piloto Fernández inicia una segunda maniobra, la cual es avisada sólo a través de una frecuencia abierta. Así lo confirmó el general de la Fach Maximiliano Larraechea, quien explicó que el aviso "se realiza por si hubiera otro avión en las cercanías, para no encontrarse con él. Es un aviso que se difunde al aire".
Estos fueron los últimos enlaces de la teniente, que unos minutos antes de esto ya había hecho su última comunicación con el Centro de Control en Santiago, con el cual estuvo en línea las más de dos horas que llevaba de vuelo cuando se acercó a la isla.
Según ese registro, la última comunicación se tuvo alrededor de las 16.27 horas. "Inicio el descenso y salgo del espacio aéreo controlado hacia la isla". Fueron las últimas frases que salieron del avión, antes de salir del espacio de control.
Sin caja negra
Este antecedente es vital y sería el último registro radial del Casa 212, ya que al descender a la isla sale del alcance de las torres de control, que pueden grabar estas comunicaciones. El resto no quedó registrado, ya que el avión no cuenta con caja negra, la que permite capturar la información técnica de la nave, tales como el audio de la cabina.
Esta sería una de las principales complicaciones para la investigación sobre las causas del accidente, las que ahora deberán basarse en los restos del fuselaje, las bitácoras, los registros de mantenimiento, antecedentes de los pilotos, informes meteorológicos, testigos y aviones de este tipo.
"Al no existir cajas negras y no haber testigos directos, es decir, sobrevivientes, las conclusiones van a ser probabilísticas", explicó Larraechea.
Viento multiplicado
Según Fernando Avaria, piloto hace 35 años, que viaja desde hace seis años a la isla, "en septiembre los vientos del continente hay que multiplicarlos por tres".
El profesional agrega que si "al viento cruzado se le agregan rachas, se hace incontrolable, entonces el avión da saltos, brincos, sube, baja, no se puede lograr una estabilización y eso dificulta e incapacita al piloto".
Miembros de la Fuerza Aérea de Chile cargan una bolsa con restos humanos abordo de un avión Hércules, en el aeródromo de la isla Robinson Crusoe en el archipiélago Juan Fernández, a 670 kilómetros de la costa chilena, donde el pasado 2 de septiembre cayó un avión de la Fuerza Aérea con 21 pasajeros abordo. El ministro chileno de Defensa, Andrés Allamand, informó hoy del hallazgo de restos humanos dispersos en el área de búsqueda del avión y dijo que es "muy probable" que la aeronave se haya desintegrado con el impacto. EFE/ LUIS HIDALGO/POOL
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