Esta no es una historia cualquiera, aunque no se pretende parangonar con las hazañas de Charles Lindbergh o Santos Dumont, ambos precursores de la aviación mundial, sí es la crónica de una epopeya de pilotos bolivianos, recordada por uno de sus protagonistas.
Desde su niñez admiró los aviones. Volar fue para él su vida. Ahora, en su retiro, se siente satisfecho. Dardo Gómez, un militar que llegó a lo más alto de la Fuerza Aérea Boliviana, desgrana recuerdos y dentro de ellos el periplo bien guardado, una cuasi vuelta al mundo a bordo de una aeronave Convair.
Eran principios de la década de los 70, cuando la FAB había adquirido de España una media docena de aeronaves Convair 440 de medio uso para incorporarlos a la flotilla del TAM en el país. Hubo una calificación de pilotos, entre los que fue seleccionado Dardo. Entonces tenía el grado de teniente y aunque era el más joven del grupo, ya era un experimentado capitán de vuelo.
En aquellos tiempos, cruzar el mar -o el gran charco como lo llaman en la jerga aeronáutica- en otro tipo de naves ya era común, pero hacerlo en los Convair era una aventura.
Estas aeronaves sólo tenían 8 horas de autonomía, casi el mismo tiempo que tomaba desde Madrid (España) hasta la isla de Sal y de ahí a Recife (Brasil), que prácticamente los inhabilitaba para tomar esa ruta hacia el continente americano.
Pero no solo este era el obstáculo que había que vencer. Ninguno de los pilotos que recogieron los aparatos tenía experiencia para volarlos, así que tuvieron que apelar a un excompañero que les diera cursos ‘ligeros’ en la base aérea de Getafe (España).
Tras varias consultas, decidieron volar hacia el norte. Primero hasta Middlesbrough (Inglaterra) una de las bases de la Real Fuerza Aérea, a unos 140 km de Londres. De ahí y siguiendo un itinerario, trazado de manera rápida, enfilaron hacia Reikiavik (Islandia), pero un problema en uno de los aviones los obligó a repostar en Manchester.
Una vez arreglado el desperfecto, siguieron viaje hasta Islandia para luego bajar hasta el norte de Canadá. Cabe hacer notar, señala Dardo, que en este sitio, en el Polo Norte geográfico, las brújulas se volvían ‘locas’. Pese a ese y otros imponderables, el viaje prosiguió sin mayores contingencias.
Desde territorio canadiense emprendieron vuelo hacia Washington DC y luego a San Antonio (Texas). De ahí viajaron hasta el aeropuerto La Aurora (Guatemala) luego a Panamá y Lima (Perú). Llegaron a Bolivia en medio de un apoteósico recibimiento en el aeropuerto paceño de El Alto, y condecorados.
Este viaje queda en la historia de la aviación boliviana. Fueron unos 15 días y más de 60 horas de vuelo. Se inició en Torrejón (España) y concluyó, sin mayores novedades, en La Paz,
Ya jubilado, Dardo Gómez, el único camireño que llegó a ser comandante de la FAB, rememora esta inolvidable travesía vivida hace 40 años.
Dardo Gómez ingresó al Colegio Militar de Aviación en 1960, egresando en 1963 con el grado de subteniente y en 1965 se graduó como piloto.
Comandó el Grupo Aéreo 62, el Grupo 21 de entrenamiento, jefe de estudios en el Colegio Militar e instructor de vuelo. También fungió como agregado aeronáutico en Brasil.
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