Uno de los sueños de Fabiola Delgadillo ya emprendió vuelo. A sus 24 años, la subteniente paceña se perfila como la primera piloto militar formada en la Escuela de Aviación de la Fuerza Aérea Boliviana (FAB).
El pasado 11 de agosto, en Villamontes, Delgadillo voló sola -y de forma exitosa- una aeronave Aerobat CESSNA-207. Pasada esta prueba, si vence los próximos retos en el curso básico, recibirá su licencia de aviadora militar en mayo de 2012, con lo que hará historia en el campo castrense boliviano.
“En mi primer vuelo sola me sentí tranquila y supe que había logrado una de mis metas: pilotar un avión de la Fuerza Aérea. Fue una experiencia única”, cuenta Delgadillo.
Para ser piloto militar se debe realizar el curso primario y luego el básico, que consiste en cuatro años como cadete y dos años como oficial.
En un primer periodo se aprende sobre los sistemas del avión, los procedimientos en vuelo y las particularidades de cada aeronave. Durante esta formación teórica, una de las exigencias es memorizar manuales de los aviones.
Después se realizan las prácticas en aviones de entrenamiento. La primera fase del curso se desarrolla en Villamontes, después de cumplir 50 horas de vuelo se van a Villazón y finalmente a Puerto Suárez para continuar con los ejercicios de desplazamiento en el aire.
Pero no es tan fácil. Es necesario un buen estado físico, es decir, no sufrir problemas de la vista o del corazón, principalmente. También es importante el conocimiento teórico adquirido, porque los alumnos destacados tienen mayores posibilidades de concluir el curso de piloto militar.
“La vida militar es sacrificada. Se necesita mucho tiempo y empeño, porque hay que prepararse constantemente. Pero como es algo que disfruto, no me cuesta tanto”, afirma Delgadillo.
Junto a ella, en 2007 ingresaron a la Escuela de Aviación dos mujeres más, pero luego fueron dadas de baja por no cumplir con las condiciones físicas requeridas.
Actualmente hay 74 oficiales y Fabiola es la única mujer frente a una cabina. Pero, según cuenta, jamás se sintió discriminada por sus “camaradas”; al contrario, compartió con ellos su experiencia y conocimiento.
De la tierra al cielo
En esta última fase de formación en pilotaje militar, la futura aviadora tendrá que decidir su especialidad de vuelo.
A diferencia de los pilotos civiles, en el campo militar se tiene la libertad de realizar acrobacias en vuelo y figuras durante desfiles.
Según explica el piloto e historiador Ramiro Molina, un aviador militar puede pilotar aeronaves de caza durante combates, de transporte en vuelo con pasajeros o aerofotometría, que consiste en el reconocimiento de territorios.
Y aunque Delgadillo apunta a pilotar las naves de caza como las T-33 o las K-8, su destino será determinado por sus instructores según el requerimiento de la Fuerza Aérea y sus aptitudes en el manejo de los aviones.
Por el momento, ella debe continuar con un entrenamiento práctico de una hora de vuelo diario, hasta que adquiera dominio y destreza con la aeronave.
“Un piloto debe tener mucho juicio, criterio durante el vuelo, seguridad para tomar decisiones y mucha responsabilidad, porque puede correr riesgo tu vida, la de otras personas y se pueden dañar los aviones”, apunta la subteniente paceña, consciente de haber elegido una carrera arriesgada, pero apasionante.
Pájaros en la cabeza
Y ante todo prevalece su entusiasmo. “Me siento honrada de ser la primera piloto formada en la FAB y me enorgullece saber que abro camino para otras generaciones que están detrás de mí y que aspiran a ser pilotos de la Fuerza Aérea”, afirma Delgadillo.
Nada detiene sus sueños. “Pájaros en la cabeza y volar a donde las ventanas siempre están abiertas”, canta el trovador Ismael Serrano. Y Fabiola Delgadillo todavía vive el despegue de tan alto anhelo.
Amalia Villa de la Tapia, la primera aviadora militar boliviana
Hablar de aviación es también recordar a la que fue la primera piloto boliviana: Amalia Villa de la Tapia, nacida en Potosí el año 1893.
Apasionada por las aeronaves, decidió estudiar pilotaje en la Escuela de Aviación Civil Bella Vista de Lima, Perú. Se graduó en marzo de 1922, convirtiéndose en la primera aviadora boliviana y la segunda en Latinoamérica, después de la argentina Amalia Figueredo.
El presidente Bautista Saavedra le escribió en una oportunidad: “El vuelo individual que con tanta destreza, serenidad e intrepidez ha efectuado le ha valido el título de la primera aviadora sudamericana que honra a Bolivia, su patria, cuyo primer magistrado se complace en dirigirle efusivas felicitaciones”.
En 1927 realizó un curso de especialización en aviación militar en Francia y eso facilitó su ingreso a la Fuerza Aérea Boliviana en 1958. Sin embargo, no logró volar un avión en su país natal porque para entonces tenía 65 años.
Fundó el Club de Aeromodelismo Rafael Pabón en su propia casa, un acervo histórico de aviación que lo cedió a la Fuerza Aérea cuando se jubiló. “Fue la primera historiógrafa aeronáutica de Bolivia”, afirma el historiador Ramiro Molina.
Uno de sus grandes aportes fue la publicación de libros que relatan la historia de la aviación en Bolivia, desde la mitología aeronáutica, pasando por la historia de la Guerra del Chaco y otros sucesos ocurridos hasta 1983.
Murió en 1994, a los 103 años de edad, con una trayectoria que todavía prevalece en la historia aérea nacional.
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