Los investigadores de la colisión del Airbus A320 creen que el copiloto estrelló el aparato "con voluntad de destruir el avión" por razones que se desconocen, aunque en este momento "nada permite decir que se trate de un atentado terrorista", reporta EFE
El fiscal de Marsella encargado del caso, Brice Robin, explicó que el copiloto, identificado como Andreas Lubitz, de 28 años, nacionalidad alemana y no clasificado como terrorista, respiró "con normalidad" hasta el momento de la colisión en los Alpes franceses, según la grabación sonora recogida en una de las cajas negras.
Pese a que en los primeros 20 minutos el copiloto mantuvo una conversación "normal y cortés" con el comandante, después se escucha al comandante preparar el informe de aterrizaje en Düsseldorf, al que el copiloto responde de forma "lacónica". Posteriormente, el comandante pide al copiloto tomar el mando -presumiblemente para ir a hacer sus necesidades- y se escucha el movimiento de una de las butacas y una puerta que se cierra.
En ese momento, cuando el copiloto ya está solo, acciona el sistema de descenso y ya no vuelve a hablar hasta el momento de la colisión. "Ignoramos la razón, pero puede analizarse como una voluntad de destruir el avión", señaló Robin.
Después, a preguntas de los periodistas, remarcó claramente que en este momento no existe ninguna pista que indique que la colisión pueda haber sido consecuencia de un atentado terrorista. Robin agregó que las víctimas no se dieron cuenta de lo que iba a suceder hasta el último momento, porque en la grabación no se escuchan gritos hasta poco antes del impacto.
Tesis confirmada
La versión coincide con la tesis adelantada por The New York Times que ha publicado que uno de los dos pilotos del A320 de Germanwings que se estrelló el martes en los Alpes franceses se encontraba fuera de la cabina en el momento del accidente y no logró volver a entrar pese a golpear la puerta con insistencia. La fiscalía alemana había confirmado también que uno de los pilotos estaba fuera, según reporte de El País.
Ya el miércoles, Rémi Jouty, responsable del BEA (oficina de investigación de accidentes aéreos), explicó que la trayectoria seguida por el avión no era compatible "con un avión controlado por los pilotos” hasta estrellarse. Tampoco, añadió, "con un avión controlado por el piloto automático”, salvo en la fase inicial de descenso. Por tanto, si el Airbus era manejado conscientemente hasta el final por los pilotos en su descenso, algo que no precisó, solo hubiera seguido esa trayectoria en caso de un accidente provocado.
En efecto, los expertos ya habían señalado desde el martes, horas después del siniestro, que el avión tuvo que iniciar el descenso de forma deliberada por parte de la tripulación. Lo que no eran capaces de interpretar era por qué había mantenido esa pérdida de altitud durante diez minutos hasta que el avión se estrelló.
Las últimas noticias sobre este caso recuerdan el siniestro ocurrido en 1999 en Estados Unidos, cuando un avión de EgiptAir se precipitó al mar con 217 personas a bordo. En esa ocasión, se manejó la hipótesis de un accidente deliberado por parte del comandante.
De otra parte, ahora se expone cómo las medidas para proteger el acceso a la cabina del avión pueden volverse en contra. Esas medidas se establecieron tras los atentados del 11-S en Nueva York. Todos los aviones deben poder bloquear y blindar la entrada en la cabina. Airbus desarrolló su propio sistema. Si el o los ocupantes de la cabina pierden el conocimiento, se puede acceder desde el exterior mediante una clave. Pero si uno o los dos pilotos bloquean a través de una clavija la puerta, es imposible entrar. La investigación tendrá que dilucidar si el único piloto que se quedó en la cabina bloqueó, en efecto, el sistema para que nadie pudiera entrar.
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