El fiscal que investiga la colisión de Airbus A320 en los Alpes, Brice Robin, dijo ayer que las víctimas no se dieron cuenta de lo que iba a suceder hasta el último momento, porque en la grabación no se escuchan gritos hasta poco antes del impacto.
Robin recordó que ese aparato es "bastante grande" y que los pasajeros "no están justo al lado de la cabina", pero insistió en que los gritos solo se oyen en los últimos minutos de la grabación. "La muerte fue instantánea, el avión literalmente explotó al chocar contra la montaña", explicó el fiscal.
RABIA Familiares de las víctimas del avión, esencialmente españoles y alemanes, visitaron ayer la montaña en la que permanecen los restos de sus seres queridos y recibieron de primera mano los detalles de la investigación.
Venían buscando consuelo y encontraron más motivos para la rabia y el dolor cuando el fiscal Robin, les reveló que el accidente que costó la vida a sus allegados había sido provocado de forma aparentemente deliberada por el copiloto del avión. "Un mazazo", según describió una persona presente en ese momento, que tuvo lugar en el aeropuerto de Marsella poco antes de que el fiscal compareciera ante los medios.
El secretario de Estado de Fomento de España, Julio Gómez-Pomar, afirmó que fue como si "revivieran" la tragedia que les dejó sin sus seres queridos.
Hubo lágrimas, lamentos, gritos, pero sobre todo coraje y respeto. "Las familias han sido extraordinarias", indicó el portavoz del Ministerio francés de Interior, Pierre-Henri Brandet.
Fue el momento más duro de un día largo, intenso, en el que casi 300 familiares quisieron acercarse lo más posible al macizo de los Trois-Évêchés, donde reposan ya los cuerpos sin vida de sus familiares.
La compañía Lufthansa, propietaria de Germanwings, fletó un avión desde Barcelona y otro desde Düsseldorf, inicio y destino del vuelo que acabó con las vidas de 150 pasajeros al estrellarse en los Alpes franceses. Trece allegados fueron en autobús desde Barcelona y todos se juntaron en Marsella, donde el fiscal les contó los detalles de la investigación.
El factor humano en la seguridad aérea
Luis Lacasa
Colegio de Pilotos de España
Las principales barreras de seguridad aérea son la formación, la tecnología y la normativa. De una u otra manera, todas ellas pivotan en torno al factor humano. Sin embargo, no todas han evolucionado de la misma manera ni tienen actualmente el mismo peso. La tendencia de las autoridades aeronáuticas a consentir que el mercado regule da lugar a un nuevo mapa de ruta para la profesión de piloto, desarmándola de sus fortalezas tradicionales.
El factor humano es capaz de lograr hazañas tan admiradas y sorprendentes como la del comandante Sully, que en 2009, con 57 años, amerizó sobre el río Hudson salvando la vida de sus pasajeros. Pero Sully se formó y desarrolló profesionalmente en un contexto de excelencia, calidad, rigor y competencia profesional. La realidad hoy es otra. Las aerolíneas, empujadas por el mercado, sacan de juego a los más expertos e incorporan perfiles con una formación menos consistente y mercantilizada, acceden a la profesión con menos experiencia, ejercen en un contexto operacional más complejo y reciben un entrenamiento ajustado al mínimo que marcan la ley y los presupuestos. Sin embargo, ambos perfiles tienen que ejercer la misma competencia y responsabilidad.
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