domingo, marzo 22, 2009

Unos caimanes volaron en un Hércules C-130, los AT-6 pelearon en la Guerra Civil de 1949 y Goni arrendó su propio avión a la FAB.

Ñancahuazú. Cinco y media de la tarde del 20 de abril de 1967. Tres aviones AT-6 bombardean la casa de calamina donde Ernesto “Che” Guevara y sus guerrilleros se protegen. Una de las esquirlas hiere a un combatiente.

42 años después, una de esas naves se alza orgullosa sobre una plataforma, a sólo cinco metros de la avenida Juan Pablo II en el ingreso a la Base Aérea de la ciudad de El Alto. “Estas aeronaves volaban a baja velocidad para ubicar objetivos y ametrallarlos, eso hicieron en Ñancahuazú y antes, en 1949, fueron usados en la Guerra Civil”, expone el historiador y suboficial Ramiro Molina desde el Cementerio de Aviones. Ahí están desde el primer hangar aéreo hasta la primera pista del país. Un sitio donde la Fuerza Aérea Boliviana (FAB) guarda 89 años de historia.

Encima del avión comedor

A 100 metros del cementerio, el personal interno se alista para almorzar en lo que un día fue la cabina principal de un Hércules C-130. La nave dejó de volar hace 20 años, pero hoy es uno de los comedores en la Base Aérea.

En lugar de las butacas ahora fue instalada una mesa larga con sillas a los costados. El menú señala: “Almuerzo completo, sajta de pollo y silpancho”. En el espacio donde se ubicaban el capitán y el copiloto, ahora está el almacén para alimentos. En El Alto, cada unidad tiene su comedor, pero éste es uno de los más visitados por su singular forma.

A unos 100 metros, y entre pajonales y chatarra, se halla el Cementerio de Aviones. Molina y el suboficial Carlos Castillo Alfaro, de la Escuela de Supervisión Aérea, hacen de guías. Entre las aeronaves se destaca un Hércules C-130, una máquina de cerca de unos 20 metros de largo por cinco de altitud. “Ésta fue cedida a la FAB en 1988 por Estados Unidos y voló 10 años en Bolivia”, expone Castillo. No se tiene una historia de cada una de ellas, pero algunas habrían servido en Vietnam.

“Estos aparatos pueden operar en pistas cortas y su capacidad de carga es la mejor, pueden ser aviones hospitales y llevar hasta 100 soldados”, formula Molina al referirse a cuatro Hércules. Junto a ellos figuran además dos Cómber turbo hélice y dos Electras, todos son de cuatro motores y volaban hasta los 10 mil metros de altitud. El primer Hércules C-130 llegó a Bolivia en 1977 y de manera paulatina arribaron otros, hasta que en los 80, el gobierno compró uno de fábrica, hecho en Georgia, Estados Unidos.

El ciclo de vida de un avión es variable, algunos pueden prestar servicio hasta 40 años, para luego ser reacondicionados en Estados Unidos y volver a volar 10 años más. Hasta principios de la década de los 90, algunos de los ocho aviones del cementerio de la FAB ayudaron en los puentes aéreos.

No es fácil volar uno de estos aparatos, porque se necesitan al menos 20 años de experiencia.
En la aviación se hace carrera para dirigir estas máquinas. El curso empieza con los aviones caza en Beni, para luego efectuar un curso de tierra en La Paz y pilotar una nave Focker de Transportes Aéreos Militares (TAM). Con eso, el piloto está en condiciones de subirse a un Cómber, un Electra y un Hércules. Para aquellos que hacen el curso de caza, los postulantes deben presentarse al Centro de Adiestramiento para Pilotos de Combate.

Aquellos ataúdes volantes

En 1943, Bolivia apoyó a los Aliados en contra del Eje durante la II Guerra Mundial y por ello Estados Unidos cedió en calidad de préstamo y arriendo los aviones AT-6, unas naves para entrenamiento, pero que podían ser armadas al punto de poder llevar cohetes. Fueron estos aviones los que bombardearon a la Guerrilla de Ernesto “Che” Guevara en 1967 y que en 1949 tuvieron además una activa participación en la Guerra Civil que impulsó el Movimiento al Nacionalismo Revolucionario (MNR).

Su operabilidad las convirtió en las preferidas por los pilotos de caza, pero en los años 60, cuando ya escaseaban los repuestos, varios se estrellaron, por lo que la prensa de ese momento las bautizó como “los ataúdes volantes”.

Estas máquinas dejaron de operar en los 80, sin embargo naves similares a ellas participan en algunas ferias aeronáuticas.

En la Base Aérea se encuentra además un segundo avión encima de una plataforma. Es el T-33, que fue comprado en 1973 y con él, la FAB ingresó a la era del jet. 13 unidades llegaron a Bolivia.

Molina rememora con nostalgia aquel agosto del 73 cuando se realizaba la parada militar en La Paz. “Los aviones llegaron a El Alto y luego hicieron una demostración acrobática en el cielo paceño por el Día de la Patria”.

Ahora, este avión forma parte de la Plazuela Mayor de Aviación José Maldonado, un piloto que falleció el 2003 en Trujillo, cuando venía desde Kilowna, Canadá.

A 200 metros se ubica el avión C-47 que, desde una plataforma de concreto, es el último testigo de otras naves de su tipo con las que se creó el TAM en 1945.

Goni prefería su avión

Durante su último mandato, el ex presidente de la República, Gonzalo Sánchez de Lozada, no quería usar el avión presidencial, al que calificaba como inseguro. Por ello, Goni alquiló su propio avión a la FAB y el Estado pagó ese arriendo al Mandatario.

El avión del Jefe de Estado es un Sabre Linner de 1975 y sólo tiene cuatro mil horas de vuelo, respecto a las 40 mil y 50 mil horas de otros de su misma versión.

En el cementerio, las historias continúan. Como aquella relacionada con la Operación Lagarto Carlos, cuando un centenar de caimanes negros fueron rescatados de una laguna que se secaba. Los reptiles fueron trasladados a otro lago con mayor agua a bordo de un Hércules C-130.

Un cuarto avión estaba sobre una plataforma en la base durante 40 años, hasta que en los 90 fue vendido a una dama estadounidense por cerca de 20 mil dólares. La reliquia era un R-19 y la dueña lo hizo volar en su país y se ganó un premio de 800 mil dólares. “Era uno de los aviones más antiguos que teníamos y podía formar parte de un museo, pero lo vendieron”, se lamenta Molina al momento de mostrar una pista de 100 metros que es lo único que queda del primer trazado usado por el Curtiss Wasp, la nave que el 17 de abril de 1920 surcó por primera vez el cielo paceño.

El 2010 se cumplirán 90 años del primer vuelo en el país. “Nuestro país fue uno de los últimos en sumarse a la aviación, todo por el tema de la altura”, lanza Molina.

En la Base se localiza además un panteón con cerca de 120 nichos, donde descansan, entre otros, Jorge Jordán Mercado, quien comandó a la aviación boliviana en la Guerra del Chaco.

La gira en el cementerio concluye con una visita a la Virgen de Copacabana, una de las patronas de los pilotos. “Muchos también son devotos de la Virgen de Candelaria, pero la verdadera patrona es la Virgen de Loretto que está en Italia”, suelta Castillo.

Sin embargo, si uno quiere saber más sobre la historia de la aviación boliviana debe llegar hasta el Acervo Histórico instalado en las oficinas del TAM en la ciudad de La Paz. Ahí están fotos de las primeras naves, el uniforme que usó Rafael Pabón hasta el acelerador del avión paraguayo que derribó en el Chaco. Este repositorio fue impulsado por la primera aviadora del país, Amalia Villa de la Tapia.

El pequeño museo se halla cerrado al público, pero se pretende, con la ayuda de la Alcaldía, que sea una de las paradas turísticas, aunque en los últimos años algunas autoridades quisieron convertir sus instalaciones en un buffet de abogados.

Rafael Pabón

Héroe del Chaco. El Tcnl. Rafael Pabón nació en Irupana, La Paz, en 1903 y murió en combate el 12 de agosto de 1934. Es considerado el cuarto as de la aviación de Latinoamérica por derribar a tres aviones.

4 de diciembre de 1932. Se libró el primer combate aéreo en América. Pabón al mando de un Vickers “Scout” Nº 96 abatió a la nave paraguaya Potez 25-A2 Nº 6. La victoria levantó la moral del ejército nacional.

18 de junio de 1934.

Pabón, entonces Capitán, al mando de un Curtiss Hawk arrasa con otra nave paraguaya que el ejército enemigo quiso negar, para evitar un desbande de sus soldados.

12 de agosto de 1934.

Pabón libra otra batalla aérea, pero esta vez ante dos aviones paraguayos. Derriba a uno, pero luego es abatido por un Potez cuando intentaba hacer un aterrizaje forzoso en el monte. (Datos del suboficial Ramiro Molina).

MUJER AVIADORA

Pionera. La primera aviadora de Bolivia fue Amalia Villa de la Tapia, que nació en Potosí el 22 de junio de 1893 y murió en 1994. En 1922, Villa recibió la licencia de la Escuela Civil de Aviación de Bellavista, en Lima, Perú, después de un exitoso vuelo al mando de un Curtis.

Heroína. Aquella proeza le significó la felicitación del presidente de la República de ese entonces, Bautista Saavedra. Por ello, aquel 1922, fue recibida como una verdadera heroína en la Villa Imperial. Sin embargo, aquello no fue suficiente para superar los prejuicios de la época ante las mujeres.

Historia. En la década de los años 30, Villa vivía en Argentina y cuando estalló la Guerra del Chaco se ofreció para formar parte del escuadrón aéreo, pero no fue aceptada. Impulsó en 1971 la creación del Acervo Histórico que reúne la historia de la aviación boliviana.

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