sábado, mayo 31, 2008

Un avión de TACA se parte en tres y deja cinco muertos


Un avión de TACA con al menos 133 personas a abordo se partió ayer en tres al aterrizar en Tegucigalpa (Honduras), dejando cinco muertos y unos 60 heridos. Debido a la magnitud del accidente, testigos oculares y pasajeros indicaron que fue un milagro que la tragedia no haya sido mayor.

“Siento que he vuelto a nacer, que Dios tiene algo especial para mí”, comentó nervioso el ex ministro hondureño de Industria y Comercio Norman García, uno de los pasajeros del vuelo 390 de la empresa salvadoreña Transportes Aéreos del Continente Americano (TACA).

García afirmó que el piloto hizo dos intentos por aterrizar y que en el segundo se produjo el accidente, al salirse de la pista y terminar su recorrido en una vía pública muy transitada.

La aeronave accidentada, un Airbus 320, había partido de San Salvador hacia Miami con escalas en Tegucigalpa y San Pedro Sula, las dos ciudades más importantes de Honduras.

Al aterrizar, el avión se salió de la pista del aeropuerto Toncontín, en el extremo sur hondureño, con unos 126 pasajeros y siete tripulantes.

El accidente, cuyas causas se investigan, hizo que el fuselaje del avión se partiera en tres, entre la cabina y las alas, mientras que los dos motores se desprendieron. El ala izquierda cayó encima de un taxi y otro carro quedó destruido.

“De milagro no estamos ante una gran tragedia, el avión pudo incendiarse”, dijo un bombero que participó en las labores de rescate de pasajeros.

Entre los muertos figura el presidente del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), Harry Brautigam, quien regresaba de San Salvador donde había asistido a la cumbre del Sistema de la Integración Centroamericana con el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva.

Según la web de la BBC Mundo, la esposa del embajador de Brasil, Janeth Chantal Neele, también falleció al igual que el capitán del avión.

Los bomberos tuvieron que romper con herramientas la cabina de la aeronave accidentada para sacar a los pasajeros que venían en primera clase, así como a los pilotos y otros miembros de la tripulación.

Decenas de transeúntes auxiliaron a los primeros pasajeros que salían desesperados del interior de los restos de la aeronave, algunos utilizando toboganes, mientras unidades de los bomberos lanzaban espuma para evitar una explosión.

Después del accidente, el presidente de Honduras, Manuel Zelaya, ordenó que los aviones comerciales grandes que aterrizan en Tegucigalpa lo hagan de ahora en adelante en la base militar de Palmerola, a unos 75 kilómetros al norte de la capital.

En ese sitio opera una escuela de aviación de la Fuerza Aérea Hondureña y permanecen unos 400 militares estadounidenses.

Esa base fue construida por el Ejército de Estados Unidos a comienzos de la década del 80 a un costo de 30 millones de dólares, como parte de un convenio militar suscrito con Honduras que data de 1954.

El aeropuerto Toncontín tiene una pista de unos 1.300 metros de longitud y se ubica en una zona rodeada de cerros y colinas que dificultan la aproximación de las aeronaves al sitio de aterrizaje, lo que implica una maniobra y mayor pericia de los pilotos, según fuentes oficiales.

Un accidente similar ocurrió el 1 de abril de 1997 con un avión militar Hércules C-130, del Ejército de Estados Unidos y que venía de Panamá, con un saldo de tres muertos y siete lesionados.

Según testigos oculares y bomberos, el accidente pudo haber sido peor.

La aeronave, un Airbus 320, había partido de San Salvador con destino a Miami.

El avión se salió de la pista cuando el piloto hacía el segundo intento por aterrizar.

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