Mis colegas hicieron una huelga en 2006 provocando que el Gobierno intervenga al LAB y contrató a 30 profesionales que hicieron varias auditorías a la empresa. El LAB era una institución que ganaba harto dinero, pero también gastaba buena parte de sus ingresos en los supernumerarios. Los empleados llegaron hasta 3.000 en algún momento, cuando no necesitaba más de dos mil.
El empresario Tito Asbún, que estaba como principal accionista, nunca quiso botar a nadie porque decía que todos tenían familia. Pero no pagó salarios, impuestos, AFP y a los proveedores. Sin embargo, si el Gobierno le habría ayudado a salir adelante, el LAB seguiría volando.
Lo cerraron porque tenía una deuda de 187 millones de dólares, pero el Gobierno le debía más de dos mil millones porque donde está el aeropuerto de El Alto es propiedad del Lloyd y nunca quiso pagarlo. Si hubiera pagado el Gobierno por esos terrenos, estaría volando otros 90 años más.
El Lloyd era una empresa familiar y se compraba aviones, en 80 o 90 millones de dólares, pero en la actualidad la nueva forma se basa en alquilar bajo la modalidad de “leasing”.
El LAB fue una escuela para formar buenos pilotos. En la actualidad, la mayoría está volando en Dubai, Qatar, Perú o Panamá.
Los tres problemas para que el LAB llegue a la crisis fueron: La capitalización de 1996 que no fue tal, los supernumerarios y la injerencia política.
El LAB tenía nueve sindicatos de asistentes, pilotos, de radiooperadores, personal de tierra, etc. Incluso había peleas internas que ayudaron a la quiebra del Lloyd. Ahora hay un grupo que está trabajando para relanzar la empresa. Se han autonombrado como ejecutivos, gerentes y demás.
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