Parte de la competencia más feroz entre las aerolíneas —y del mejor servicio en la industria— se produce en tierra.
Las aerolíneas han estado librando una guerra en las salas de espera VIP en los aeropuertos, en las que han invertido cientos de millones de dólares en un intento por mejorar sus instalaciones. Hoy parecen lujosos spas y restaurantes que funcionan como imanes para pasajeros de primera clase y ejecutiva, y para los viajeros frecuentes de mayor nivel. Incluso algunas tarjetas de crédito premium brindan acceso a estos lugares. Las salas más lujosas ofrecen controles de seguridad privados, peluquerías y mayordomos de élite.
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