miércoles, marzo 16, 2011

Pasajero en trance: un boliviano en el aeropuerto de Lima

El aeropuerto internacional Jorge Chávez de Lima es un sitio por el que con mucha probabilidad, tarde o temprano, tendrá que pasar todo aquel que desde Bolivia viaje a otras partes del mundo. Fue precisamente en uno de esos trances, en que me quedé varado por varias horas, que me propuse conocerlo en detalle.

De entrada, uno se percata que más allá de la evidente modernidad y cosmopolitismo, hasta ésta que es una de las mayores terminales aéreas del mundo, tiene sus limitaciones. Y esto sale a la luz simplemente al deambular por las más de 20 salas de abordaje. Deambular no tanto en busca de un asiento, que los hay por miles (cada sala posee 100 ó 150), sino intentando lograr una conexión a internet pues aquí y allá existen letreros que anuncian zonas wi fi.

Sin embargo, es todo un reto, una empresa casi imposible lograr la conexión. Un desesperado pasajero argentino -que seguramente me vio en ajetreos- espetó resignado, con cara de pocos amigos y mientras casi dejaba caer su laptop: “no te gastés, no se puede”, pues él había recorrido todo el aeropuerto con el mismo propósito y con el mismo resultado.

Pero la porfía por navegar, por comunicarse a veces puede más que la cordura. Encontré en un bar, con sala de fumadores y cuatro máquinas con internet, la respuesta a mis ruegos. El servicio es gratuito por 15 minutos, pero -siempre hay un pero- sólo si se consume algo del menú, que está en dólares, no está demás decirlo.

Datos del aeropuerto

Ante la adversidad, buena cara. Se me ocurrió entrar a la web del aeropuerto y, mientras en otras ventanas revisaba nostálgico algunos diarios bolivianos, pude enterarme de algunas cosas interesantes: el Jorge Chávez es, pese a todo, un aeropuerto muy eficiente.

Tiene uno de los mayores tráficos de Latinoamérica y ostenta el World Travel Awards (WTA), otorgado por profesionales del turismo, como el Mejor Aeropuerto de Sudamérica por encima de los de Santiago, Buenos Aires y San Pablo.

En esa misma página se pueden ver los planos de los dos niveles de la terminal de pasajeros y se entera uno que, situada en la provincia constitucional del Callao, a diez kilómetros del centro de la ciudad de Lima, esta terminal aérea posee una ubicación estratégica en el continente, lo que le permite ser un punto de conectividad entre América, Asia y Europa, hecho que también le valió ser el aeropuerto con mayor crecimiento de la región en la última década.

Pasados ya mis 15 minutos hacía mucho rato, me decidí a seguir paseando por este largo aeropuerto de paredes naranja pálido y techo blanco sostenido por gruesas columnas. Es un ambiente acogedor, no cabe duda, existen muchas ofertas para realizar las compras de última hora. Relojes, joyas, ropa, souvenirs, discos, perfumes, juguetes, libros, licores, cigarrillos, maletas, chocolates, en fin, toda esa familia de productos que más o menos se encuentran en cualquier aeropuerto del mundo.

Hay un par de restaurantes donde las especialidades de comida peruana son muy recomendables, aunque se aconseja consultar los precios pues evidencié que entre uno y otro existen notorias diferencias. Sin embargo, frente a un cebiche o una causa de mariscos ¿quién piensa en los bolsillos?

Vía crucis de pasajeros

Debido a que el aeropuerto opera las 24 horas del día, los 365 días del año, muchos pasajeros de todos los confines del mundo pasan largas horas esperando conexiones y se montan pequeños campamentos de maletas, zapatos, pañuelos, paraguas, carteras, computadoras portátiles y otros enseres junto a exhaustos viajeros que duermen a pierna suelta.

No obstante este frenético ritmo, también hay momentos de paz. De hecho, una vez arribados los vuelos de medianoche y luego de haber despegado los de la una de la mañana, el aeropuerto entero se relaja y la actividad baja de intensidad. Buen momento para echar un sueñito, que, no obstante, dura poco pues como a las cuatro la actividad retoma su protagonismo.

Pero para momentos de relax, existe también una sala de masajes para aliviar los músculos después de largos vuelos o muchas escalas. Es un servicio muy beneficioso. ¿El precio? diez dólares por 15 minutos. Supongo que si se es un ejecutivo europeo o norteamericano no es más que calderilla.

Pero a un boliviano asalariado y que viaja con subvención y viáticos reajustados, no le queda más que caminar. Tras repasar una y otra vez las salas de espera y embarque, las tiendas de artesanías y adornos, las de bebidas y chocolates, o de libros y discos -que, por cierto ofrecen música peruana y boliviana, muchas veces sin especificar el origen de esta última- y tras gastar unos dólares en un bocadillo y un par de revistas, finalmente llega la hora de tomar vuelo.

Puesto que el aeropuerto internacional Jorge Chávez es la base de operaciones de aerolíneas como Taca, Avianca, TAM o LAN, las más grandes y de mayor tráfico en la región, y entre las pocas que aún operan regularmente en el país, los pasajeros de y hacia Bolivia pasaremos por sus instalaciones tarde o temprano.

10

millones de pasajeros pasan anualmente por las instalaciones del aeropuerto de Lima.

Quedarse muchas horas en un aeropuerto es algo que todos intentan evitar, pero, si no queda más remedio y no se puede salir a dar una vueltecita por Lima, pues a relajarse que matar las horas escuchando a Chabuca Granda y degustando un pisco sour, no está para nada mal.

Un gigante
# Cifras En el aeropuerto Jorge Chávez de Lima operan 23 aerolíneas de pasajeros y 24 aerolíneas de servicio de carga.


# Salidas Tiene vuelos a 61 destinos dentro y fuera del Perú.


# Guía La información de vuelos (salidas y llegadas) puede consultarse por internet.


# Números Atiende a más de diez millones de pasajeros al año.


# Proyecto Para 2014 tiene proyectada la habilitación de una segunda pista.


# Control El aeropuerto es administrado por el consorcio Fraport AG, empresa alemana que también administra los aeroparques de Fráncfort, Riad, Nueva Delhi, El Cairo y otros.

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