"Cuando comencé a volar, la gente se espantaba y decían que se iban a bajar; pero ahora, los pasajeros piden verme y hasta me felicitan”, comenta la capitana Paola Velasco.
Es la mayor de tres hermanos. Tiene 26 años y le gusta estar más tiempo en el aire que en la tierra. Esto porque -asegura- disfruta cada segundo de su pasión.
Tiene nueve años de experiencia en el área. En diciembre del año pasado se convirtió en la piloto más joven de Latinoamérica.
"Me gustó (volar) desde que subí por primera vez a un avión a los nueve años. Estaba yendo a Estados Unidos con mi mamá, y ahí fue cuando quedé ilusionada con el tema y desde ahí quería ser piloto”, cuenta Velasco.
Al principio, sus padres creían que esta inclinación era algo pasajera. "Como cuando uno dice que quiere ser astronauta”, comenta. No obstante, cuando Paola tuvo enfrente el momento crucial de elegir, siguió a su corazón: decidió ser piloto.
"Mis padres entendieron, me apoyaron y me dijeron que si era lo que realmente me gustaba me apoyaban”, afirma.
Tomó clases de pilotaje en 2006. Se instruyó en la escuela de aviación Proboal, en el aeropuerto El Trompillo de Santa Cruz.
A los 18 años, Velasco comenzó a trabajar como ingeniero de vuelo en la línea AeroSur. Recuerda que se encargaba de operar los sistemas y ser "la mano derecha del capitán”.
Dos años después, ascendió a copiloto. Entonces, tenía 20 años. Sin embargo, en 2012, tuvo que dejar de volar porque la aerolínea quebró.
La pausa, no obstante, no duró mucho porque en junio del mismo año pasó a formar parte de la planilla de Boliviana de Aviación (BoA).
Ingresó a esta compañía como copiloto y en diciembre de 2014 ascendió a piloto oficial. Velasco lleva trabajando tres años en esta aerolínea, en la que pilota aviones 737.
Más que un trabajo, Paola asevera que volar es una forma de vida. Un día de trabajo suyo comienza cuando acude dos horas antes de un vuelo a un aeropuerto.
Ya en la aeronave, entre otras acciones, se asegura que todo esté en orden. Mientras los pasajeros abordan la nave, revisa los papeles de carga. Luego, despega.
Tras llegar a su destino , Velasco descansa de 30 minutos a una hora, y luego se prepara para el siguiente viaje.
En la semana, vuela cinco días y descansa uno. Comenta que conoce todo el país, y que también pilotó aviones con destino a países como España, Estados Unidos, Brasil, Argentina, Perú y Cuba, entre otros.
Recuerda que el recorrido más largo que realizó en su carrera fue de Santa Cruz a Madrid. El vuelo duró 11 horas.
Velasco considera que el mejor viaje que experimentó sucedió cuando tenía 18 años, cuando pilotó el avión en el que viajaba su madre a Santa Cruz.
"Se emocionó hasta las lágrimas. Estaba orgullosísima y emocionada”.
Velasco confiesa que ama la música y disfruta de tocar el violín. "Si no hubiera sido piloto, hubiera sido violinista”, expresa.
Comenzó a tocar este instrumento a los 16 años y asegura que le hubiera gustado seguir, pero "se requiere mucho tiempo y no había mucho tiempo para practicar, pero estoy segura que pronto voy a volver a tocar”.
La piloto expresa que lo que más le gusta de su trabajo es que "te olvidas de todo lo demás, los horarios, los eventos, los problemas. Te concentras en el vuelo y disfrutas, no se siente hambre ni frío”.
La peor experiencia que atravesó, en lo que va de su trayectoria, fue pasar las fiestas navideñas sin su familia. Estaba en Tarija y se vio obligada a celebrar sola.
"Fue un poco triste, pero comprendí que para mí no existen fechas especiales”, asevera.
Velasco siente una gran satisfacción por todos sus logros y expresa que le gustaría ser "la inspiración para los demás que tienen el mismo sueño y ver que es posible lograrlo”.
Sueña con ser madre, sabe que sería complicado con su ritmo de vida, pero asegura que se las "arreglaría” para encontrar el equilibrio. "Podría dar clases o podría trabajar en algún área de la aviación en tierra, pero no estoy segura de que pueda dejar de volar”, asegura.
Recuerda que antes a la gente le "chocaba” ver a una persona tan joven pilotar una aeronave, pero con el transcurso del tiempo la percepción de la gente cambió y ahora, afirma, hay pasajeros que incluso la abrazan. "Sobre todo mujeres. Se siente el cariño de la gente”, manifiesta.
Se pintan cielos azules y miles de horas de vuelo en el panorama de esta mujer "de alto vuelo”, que descolla en la historia de la aviación boliviana.
pil
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