Según la pasajera, el piloto decidió que "necesitaba ponerme alguna otra cosa o no me permitirían abordar el vuelo". Pero lo cierto, dijo, es que no había ninguna regla escrita sobre el asunto.
Tampoco aceptaron que se atara el sweater a la cintura.
Como su equipaje estaba despachado en al bodega y en el bolso de mano no tenía ropa extra, McMuffin buscó una tienda en el mismo aeropuerto para comprar algo que le sirviera para no perder el vuelo.Conclusión: encontró unos pantalones de pijama que le costaron US$ 22.
Al llegar a Seattle, la pasajera se quejó en las redes sociales y los medios se hicieron eco del asunto. Finalmente, según explican varios medios, la compañía aérea le dio US$ 162 de crédito y el reembolso de lo abonado por el pijama. En un comunicado, la empresa señaló: "Apoyamos a nuestros miembros de la tripulación que deben tomar estas decisiones difíciles".
Sin embargo, McMuffinaún espera que el piloto se disculpe y que la aerolínea establezca oficialmente un "código de vestimenta para sus pasajeros".
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